La pandemia del COVID-19 ha requerido cuarentenas, cierre de escuelas, distanciamiento físico y pérdida de entornos familiares. La restricción de movimiento, la interrupción de las rutinas, la reducción de las interacciones sociales y la privación de los métodos de aprendizaje tradicionales han dado como resultado una mayor presión, estrés y ansiedad en las personas jóvenes, sus familias y sus comunidades.
Actualmente las madres, los padres y los cuidadores se esfuerzan por cumplir los desafíos del aprendizaje en el hogar y a la vez tener que hacer malabares con el trabajo y sus obligaciones comunitarias, el cuidado de sus familiares y su propio bienestar individual. Las y los docentes han tenido que adaptarse rápidamente a métodos de enseñanza nuevos y que todavía no han sido probados. La gente joven está preocupada por su propia educación al ver cancelarse los exámenes nacionales y luchan contra la inseguridad producida por el aislamiento y la incertidumbre. En los hogares más pobres, donde los ingresos son la primera prioridad, se deja a los niños y las niñas a cargo de su propio aprendizaje o se les asignan otras tareas. El estrés y la ansiedad de la pandemia se ven agravados por la circulación de información dinámica, tanto verdadera como falsa, que por lo general es fomentada por el trabajo de la prensa sensacionalista. Esto no solo aumenta la inseguridad, sino que también actúa como un campo fértil para la propagación de la intolerancia, el racismo, la xenofobia y los crímenes de odio.
Para abordar y contrarrestar la ansiedad social, la convulsión emocional y la atemorizante inseguridad que ha desatado el COVID-19, es urgente que las familias y las comunidades desarrollen habilidades vitales de adaptación y resiliencia emocional. Las habilidades sociomocionales son prácticas bien establecidas y con base empírica que se pueden adaptar con el fin de entregar a niños, niñas, jóvenes, padres, madres y docentes las herramientas, habilidades, actitudes y conductas necesarias para mantenerse sanos y positivos, explorar en sus emociones, practicar un compromiso consciente, exhibir una conducta prosocial y lidiar con los desafíos diarios.