Las experiencias en todo el mundo demuestran que es necesario responder a las necesidades específicas de cada categoría de exclusión (sexo, pobreza, lejanía, etnia, idioma, condición jurídica, retraso en el desarrollo y discapacidad) y de cada niño o niña excluido, sin marginarlos ni etiquetarlos más. La atención debe centrarse en políticas, estrategias y prácticas de AEPI inclusivas para eliminar todos los obstáculos y promover el desarrollo y el aprendizaje óptimos de todos los niños, construir rampas para la participación y la inclusión y, de ese modo, ayudar a todos los ministerios pertinentes a ser plenamente integradores, tanto en la visión como en la práctica. Sólo entonces podremos alcanzar realmente el objetivo de una educación de buena calidad para todos.