La educación integral en sexualidad forma parte esencial de una educación de buena calidad que ayude a preparar a las y los jóvenes para llevar una vida plena en un mundo en evolución. Dicha educación mejora la salud sexual y reproductiva, promueve entornos de aprendizaje seguros y equitativos en cuanto al género y favorece el acceso a la educación y el rendimiento escolar. En este documento, elaborado conjuntamente con la Sección de la Salud y la Educación de la UNESCO, se analiza cómo los gobiernos pueden superar la resistencia social y las limitaciones operativas para ampliar estos programas en el marco de su compromiso con el ODS 4, el objetivo mundial relativo a la educación.