A mediados del siglo xx en Ecuador los indígenas implementaron escuelas clandestinas para enseñar a los suyos, escuelas que fueron perseguidas y hostigadas por los hacendados que no veían pertinente que los indígenas se educaran. Se trató de un proyecto pionero, novedoso y diferente. Pionero porque es el primero que se conoce con estas características en el Ecuador; novedoso porque fue dirigido por indígenas que llevaron los saberes culturales a la escuela, como la enseñanza del idioma ancestral y algunos conocimientos sobre la naturaleza y el territorio; y diferente porque fue una propuesta contraria a la educación homogeneizante y asimilacionista que el Estado-nación implementaba en zonas rurales. Esta propuesta fue dirigida por Dolores Cacuango, una indígena kichwa que estuvo sometida al sistema de hacienda, en el que las comunidades realizaban trabajos agrícolas para el patrón a cambio de tener un pedazo de tierra y vivir con sus familias. Ella, que vivió la injusticia y no tuvo la posibilidad de ir a la escuela, se empeñó en que los niños y jóvenes “aprendieran letra”.