Una idea para transformar la visión de las personas sobre los habitantes de las comunidades rurales y los métodos caritativos clásicos se ha convertido en una iniciativa innovadora en Jordania.
Zikra para el Aprendizaje Popular, uno de los tres proyectos ganadores del Premio UNESCO-Japón de Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) en 2017, busca ahora la manera de ampliar su proyecto, que goza de mucha popularidad y atrae a las personas del medio urbano hacia los pueblos rurales para aprender de primera mano sobre desarrollo sostenible.
La iniciativa Zikra, fundada por el empresario social Rabee Zureika y su colega jordana Lama Khatieb, promueve el ‘turismo de intercambio’ al ofrecer alternativas de aprendizaje para que las personas vuelvan a conectarse con el conocimiento local.
“Comencé a pensar en un sistema caritativo que no le impusiera al beneficiario una relación de ‘salvadores y víctimas’. Contrariamente a este tipo de relación, inspiramos con nuestro trabajo a las personas – tanto a los jordanos como a los visitantes de otros países – incitándolas a que dejen de considerar a los habitantes de zonas rurales simplemente como “pobres” y estimulamos los cambios de conducta positivos entre los participantes”, explicó Rabee.
La iniciativa Zikra se puso en práctica por primera vez en Ghor Al-Mazara'a, una aldea situada a unos 100 kilómetros al suroeste de Ammán, la capital de Jordania, en una de las regiones más pobres del país, donde los habitantes sufren discriminación por tener la piel más oscura.
Con miras a mejorar los medios de subsistencia de los habitantes, Zikra los ha apoyado para que reciban a los visitantes que vienen a aprender y a comprometerse con la comunidad local. Estos pagan una suma simbólica para pasar un tiempo en el pueblo y descubrir los modos de producción alimentaria, la cultura y la mejor manera de utilizar los recursos naturales.
“Uno de mayores logros de Zikra ha sido la creación de vínculos y redes entre los miembros de las comunidades rurales y urbanas”, afirmó Lama.
Los visitantes hacen algo más que observar a artesanos como Khaled Nawasrad, que fabrica modelos complejos y artísticos de carritos a partir de alambres, ya que también pueden poner a prueba sus habilidades.
El proyecto también permitió la creación de la escuela de Jameed que recurre a las habilidades de las mujeres locales para producir una gama de productos lácteos, como el yogur elaborado de forma tradicional en la región de Jameed.
Las mujeres muestran a los visitantes cómo fabrican el yogur y les enseñan las hierbas y plantas silvestres de la zona que se utilizan en su elaboración.
A pesar de las dificultades, fundamentalmente en cuanto al acceso a zonas muy rurales y la lentitud de los trámites administrativos, Rabee y Lama están llenos de entusiasmo y de ideas para el futuro.
Desde que fue recompensada con el premio de la UNESCO, la iniciativa Zikra ha desarrollado un proyecto de bordado en colaboración con refugiadas sirias, que bordan paneles con dibujos basados en conocimientos locales y leyendas de su tierra en productos como los bolsos que luego venden.
También prevén un programa dirigido a los estudiantes de arquitectura para que aprendan las técnicas utilizadas en los pueblos para la construcción de casas, tejados y sistemas de ventilación a partir de ladrillos de adobe.
“Hemos visto que todo el mundo tiene algo que ofrecer”, dijo Rabee.
Los ganadores de la edición 2018 del premio UNESCO-Japón de EDS se anunciarán en septiembre en la ceremonia de premiación que tendrá lugar en París en octubre. El premio, financiado por el Gobierno de Japón, consiste en tres galardones anuales, cada uno dotado con 50 000 dólares estadounidenses. La Directora General de la UNESCO lo otorgó por primera vez en 2015.
Tanto los organizadores del premio como los galardonados reconocen la función que desempeña la educación al vincular las dimensiones sociales, económicas, culturales y medioambientales del desarrollo sostenible.
Leer la historia completa de Zikra para el Aprendizaje Popular (en inglés)
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