Personas de distintos grupos “se quedan atrás” por diferentes motivos. Discriminación, exclusión, marginación, asimetrías de poder arraigadas y desigualdades materiales se encuentran entre los principales obstáculos para lograr los derechos humanos al agua potable segura y al saneamiento para todos y para alcanzar los objetivos relacionados con el agua de la Agenda 2030. Las políticas mal diseñadas y aplicadas de manera inadecuada, un uso ineficaz e inadecuado de los recursos financieros, así como las brechas en las políticas, alimentan la persistencia de las desigualdades en el acceso al agua potable segura y al saneamiento. A menos que la exclusión y la desigualdad se aborden de forma explícita y responsable tanto en las políticas como en la práctica, las intervenciones sobre el agua seguirán fracasando a la hora de llegar a los más necesitados y a quienes probablemente beneficiarían más.
Mejorar la gestión de los recursos hídricos y facilitar el acceso al agua potable y saneamiento seguros y asequibles para todo el mundo es esencial para erradicar la pobreza, construir sociedades pacíficas y prósperas y garantizar que “no dejar a nadie atrás” en el camino hacia un desarrollo sostenible. Estos objetivos son plenamente alcanzables, siempre que exista la voluntad colectiva de hacerlo.