
NOS ENFRENTAMOS a una CRECIENTE crisis climática y de desigualdad.
Las personas, las grandes empresas y los países más ricos están destruyendo el planeta con sus elevadas emisiones de carbono. Mientras tanto, las personas que se encuentran en situación de pobreza, relegadas a la exclusión, y los países del Sur Global son quienes sufren los peores efectos. Las mujeres, las niñas, los pueblos indígenas, las personas que viven en situación de pobreza, y los grupos discriminados son los más vulnerables. Las consecuencias de la crisis climática se hacen visibles en todo el planeta y afectan a la mayoría de la población. Sin embargo, solo aquellas personas y países con acceso a la riqueza, el poder y la influencia están a salvo. Un
gran poder conlleva una gran responsabilidad. Necesitamos medidas. De lo contrario, los más ricos seguirán consumiendo de manera masiva el carbono que nos está permitido utilizar dentro del límite de emisiones considerado seguro (para limitar el calentamiento a 1,5 °C), lo que elimina sistemáticamente cualquier posibilidad de acabar con la pobreza y garantizar la igualdad. El mundo pide a gritos una transformación equitativa: exigimos una reducción drástica de la desigualdad, una acción climática transformadora y un cambio fundamental en nuestros objetivos económicos conjuntos para salvar el planeta y garantizar el bienestar para todas las personas.